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Mostrando entradas de 2011

Volar

Atreverse a volar, en sentido literal y figurado,  tiene sus riesgos. Volar implica valorar y hacer conscientes los riesgos para poder reconocer los miedos y vencerlos.  Cuando se logra afrontar y controlar los riesgos, se pierde el miedo y la sensación  de libertad es indescriptible.  Quienes han experimentado esta sensación sienten, y saben, que pueden cambiar el mundo.  Entonces volar deja de ser una metáfora y se convierte en una poderosa fuerza liberadora y transformadora.  Pero aún así volar tiene sus riesgos, y  estos se hacen evidentes en los accidentes. Cuando me entero de accidentes de gente que se ha atrevido a volar, me pregunto si debería regresar a la tierra y quedarme para siempre en un lugar seguro.  Ha sido tanta la felicidad de poder volar, es tanto lo que he aprendido, es tanto lo que se ha transformado en el intento, que prefiero afrontar los riesgos y volar cada vez más alto.   Ayer murió alguien que afrontó los riesgos, venció el miedo y se atrevió a volar

Nanas para Elena

Hace unos diez años, a punto de nacer nuestra primera hija, le pedí a Alejandro que me ayudara a pensar cómo decorar su habitación. No se mucho de esas cosas, Oscar mi marido, menos; y además, en esa época me encontraba en una carrera contra el reloj intentando terminar la tesis de doctorado, así que mi cabeza no tenía espacio para pensar en cenefas de ositos. Alejandro, con la generosidad que lo acompaña siempre, me dijo que no me preocupara, que él se encargaría.  Así las cosas, apareció una mañana cargado con pinturas, pinceles, plásticos y espumas y nos despidió mientras salíamos con prisa a trabajar. No habían pasado 15 minutos y yo ya había dejado de pensar en Alejandro y en la habitación. Mientras conducía mi escarabajo rojo por las montañas bogotanas, pensaba en mi investigación sobre la violencia y la esquiva paz de este país; en la inequidad, en la injusticia y en lo difícil que se me hacía aceptar que mi hija nacería en un contexto tan complejo. Sentí miedo, el mismo miedo q

Después de la tormenta

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 Tormenta en Cartagena Después de la tormenta... A secarse al sol

Cartagena en bici

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Hay momentos mágicos, muchos de ellos a mi se me revelan cuando estoy montando en bici. Esto fue hace unos días, con Ángela y Alejo, recorriendo la muralla que rodea al Corralito de Piedra.

El canoero

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Ya que últimamente no me salen fácilmente las palabras escritas, las dejo en otra versión. La canción la canto yo, como muchas veces, en la sala de mi casa. Las fotos son de mi viejo, las tomó hace 30 años en el río Caroní y hace unas semanas, en un arrebato de nostalgia, decidí digitalizarlas como un homenaje a tantos buenos momentos que hemos pasado juntos. Quiero pensar que las cosas no van a cambiar.

Me voy quedando de a poquitos

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Dos mil caminos recorridos y en cada uno el corazón se va desmenuzando. Los viajes se van acumulando y hoy llevo en mi algo de cada persona con la que me he cruzado. Las regiones tienen nombres propios y caras específicas, los dolores tienen pasado y un futuro incierto. Así duele más este país, cuando las historias y los personajes trascienden los 2 minutos de la nota periodística y se incrustan en la propia vida. Ya no son más “las comunidades”, ahora son Keyla, Ramiro, Carlos y la señora Gloria. Algunos, como Alirio, Soyara, Javier y Julio Cesar se quedaron para siempre y, desde hace mucho, van conmigo a todas partes. Volver a Bogotá, a esta otra vida tan ajena y tan ausente de tantas cosas buenas y malas que pasan por allá, me resulta cada vez más difícil. No termino de encajar entre los míos y ni siquiera logro verbalizar qué es lo qué me pasa. Algo duele y duele muy profundo, tal vez porque ahora cargo conmigo también el dolor de tanta gente. Y así, tengo la impresión de qu

20 años de la Constitución

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Soy historiadora, y los historiadores guardamos cosas que hablan del pasado. Hoy, al cumplirse los 20 años de la Constitución Política de Colombia, quiero compartir con ustedes uno de mis recuerdos más preciados: La Séptima Papeleta. El 11 de marzo de 1990 cientos de miles de jóvenes salimos a las urnas a votar por la posibilidad de un nuevo país: incluyente, descentralizado, participativo y respetuoso de las diferencias. La Séptima Papeleta dio voz a cientos de movimientos sociales que llevaban más de medio siglo luchando y, literalmente, dando la vida, por un país más democrático. Unos meses después, el 4 de Julio de 1991 eramos testigos de uno de los momentos más importantes y significativos de nuestra historia, se promulgaba la nueva Constitución y se abrían las puertas a una nueva época.

Nos necesitamos

Crecí a orillas de dos de los ríos más grandes y caudalosos del mundo, en Puerto Ordáz, al oriente de Venezuela, allí donde el Orinoco se encuentra con el Caroní antes de desembocar en el Atlántico. Teníamos un pequeño bote con motor fuera de borda en el que recorrimos el Caroní infinitas veces con mi viejo, mis hermanos y, algunas veces, mi mamá. La presencia de los ríos y la imponencia de sus raudales nos recordaban permanentemente la justa dimensión de lo humano en relación a la naturaleza. Aquella belleza e inmensidad del paisaje siempre me inspiró respeto. A pesar de que alguna vez estuvimos a punto de dejar allí la vida, en ningún momento se me ocurrió pensar que el río podría llegar a ser una amenaza para la población. Viviendo en Bogotá, entre las montañas de los Andes, mi relación con los ríos cambió sustancialmente, casi casi hasta el punto de olvidarlos por completo. Hace unos meses, con el inicio de la temporada de lluvias en Colombia, los ríos volvieron a adquirir una

El maestro

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Sool, faa, sii, mii, ree, sii, dooooo... reeee mii...  cantaba y sus manos bailaban suavemente marcando el ritmo y el carácter de la pieza, hasta el punto en que era fácil llegar a imaginar al mismo cisne que, en su momento, había inspirado a Camile Saint-Saens, – respira …!! nunca, nunca se te olvide respirar..!! pausa...dos, tres, respira... prepara la siguiente frase y... mejor, mucho mejor... Tenía fama de bravo, estricto y muy exigente. La fama no era del todo errónea, en realidad era bravo, estricto y muy... muy exigente. Es cierto que hablaba fuerte, pero no infundía temor, al contrario, en mi generaba una sensación de seguridad difícil de describir y de repetir. Además era gracioso, tenía una sonrisa generosa y un maravilloso sentido del humor que sacaba a relucir aun en los momentos más inesperados. Era muy alto y un poco encorvado e invariablemente estaba con un cigarrillo y una taza de café en las manos. Así como algunos dicen que hay personas que se parecen a sus perros

La felicidad monta en bicicleta

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Hay instantes que se quedan para siempre, tal vez porque resumen momentos esenciales de la vida. Allí estábamos, no recuerdo bien cuántos ni quiénes. Seríamos unos 25, habíamos pedaleado unas 4 horas y aún no lográbamos salir de ese estado de fascinación que producen los paisajes imponentes. Recorríamos el Delta del río Ebro en Tarragona y estábamos a punto de llegar a la playa donde nos disponíamos a recoger mejillones entre las rocas. Recuerdo muy bien aquel momento, sobre la bicicleta, con el viento en la cara y bajo un sol radiante de primavera. En ese instante hice consciente algo que, con los años, ha resultado ser verdaderamente liberador; la certeza de que, aun siendo mayor, no necesito mucho para ser feliz. Han pasado casi 11 años desde aquel instante, pero cada vez que subo a mi bici hay algo que me recuerda esa revelación. C ada vez que monto en bicicleta,  sin importar cuánto tiempo haya pasado, vuelvo a ser una niña y confirmo, una vez más, que tengo la habilidad de div

El segundo post

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Sabía que iba a pasar, tal vez por eso me resistí durante tanto tiempo. Escribir unas líneas y publicarlas como post en un blog era adquirir un compromiso mayor, ahora debo escribir otro y otro, y así sucesivamente. No es que alguien me lo imponga, no, soy yo misma. No puedo resistirme después de haber publicado el primero, aunque no me resulte fácil escribir el segundo. Tal vez si mi amiga no hubiera dicho que se trataba de "el primero", entonces sería simplemente "el único" y hasta ahí hubiera llegado el blog. Pero ahora no puedo evitarlo, es un efecto singular que producen en mi las secuencias. Efecto que se expresa en la necesidad irrefrenable de continuarlas y completarlas, a veces de manera infinita hasta quedar atrapada en el círculo. Musicalmente es el mismo efecto producido por el ritmo, secuencia que se repite de manera cíclica en el tiempo, secuencia que nos embruja y nos atrapa en otra dimensión, en un eterno presente. De allí la importancia del segu

Los zapatos de Soraya

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Tengo una deuda con Soraya y también conmigo misma. Prometí escribir unas líneas a partir de una conversación que tuvimos hace un tiempo sobre  los zapatos y lo que cada quien es. Sora acababa de realizar una intervención en un  foro muy importante, a lado de personajes ilustres y representantes de los principales medios del país. Cuando la encontré estaba reivindicando su decisión, cuestionada por varias de sus amigas, de haber realizado la presentación calzando un par de zapatos deportivos. Una de ellas le había dicho - pero la elegancia fue de la cintura para arriba - cuando descubrió una foto del evento en Facebook. Ella sabía que sus zapatos no iban muy bien con el atuendo elegante que había escogido para tan importante momento; sin embargo, se aferró a su convicción de no ceder a la presión social que de manera prescriptiva imponía, para la ocasión, zapatos formales, por demás incómodos. Soraya Bayuelo presentando la experiencia del Colectivo de Comunicaciones Montes de Ma